🥰 En PUENTES terminamos el 2022 llenos de inspiración porque tuvimos -¡finalmente!- la tan esperada conferencia de Loretta Ross sobre la cultura de la cancelación. Si te la perdiste, puedes ver aquí la grabación: https://youtu.be/Hz_N2j2nkdk
Cuando como activistas nos enfrentamos a situaciones que suponen un conflicto o desacuerdo con los valores y principios que promovemos, tenemos varias opciones para reaccionar. Loretta nos recuerda que tenemos alternativas al elegir cómo actuar:
La ética nos invita a recordar que siempre estamos tratando con un ser humano, con sus imperfecciones y su falibilidad, pero también con su capacidad de aprender y crecer. La estratégica nos recuerda que humillar y avergonzar a la gente no logra el objetivo de promover un cambio. Simplemente no funciona; por eso es interesante explorar las otras opciones que sí nos ayuden a generar el cambio que queremos ver.
Cancelar y denunciar son estrategias problemáticas porque escalan el problema fuera de control de manera desproporcionada, especialmente cuando ocurren en plataformas y lógicas digitales. Además, parten de una presunción de culpabilidad, esencializan un comportamiento y lo convierten en un rasgo de la persona, simplificando los problemas con falsos binarismos y eliminando el debido proceso. Loretta nos invita a reflexionar sobre cómo estas dos reacciones pueden propiciar una atmósfera frustrante para el activismo al promover el cinismo, la desesperanza y desalentando todo tipo de responsabilidad (¿por qué alguien admitiría estar equivocado en un contexto como este?). Cancelar y denunciar resultan en tácticas de aislamiento que fomentan la autocensura, en vez de generar puentes entre las diferentes posturas y llamar al debate. Estas dos estrategias deberían pensarse como el último recurso del repertorio de posibilidades. Un grupo de personas que piensan diferente pero se mueven en la misma dirección son un movimiento, pero un grupo de personas que se sienten obligadas a pensar lo mismo y a moverse en la misma dirección ¡son una secta!
Queremos cultivar una cultura de la responsabilidad (accountability) promoviendo un mundo donde la inclusión es la norma, no solo un ideal. No es suficiente con mostrar aquello a lo que nos oponemos; tenemos que mostrar lo que defendemos e imaginamos como el futuro deseable. En este contexto, el proceso es igual de importante que el resultado: tenemos que aprender a lidiar con el daño sin replicarlo. Tenemos la oportunidad de crear una atmósfera divertida que invite a la gente a unirse al movimiento de derechos humanos porque los hace sentir bien, no peor de lo que ya se sentían. Mostremos cuánta posibilidad de goce hay en el activismo y lo sanador que puede ser fomentar la autoconsciencia mientras creamos espacios seguros en los que la gente pueda tener diálogos honestos sin miedo a equivocarse, porque de esos errores aprendemos colectivamente.
El propósito de los movimientos por los derechos humanos no es servir como espacio personal de terapia. Lo que sí es nuestra responsabilidad como activistas es crear espacios de autorreflexión y autocrítica. Pongamos al servicio de los movimientos nuestros seres imperfectos mientras aprendemos estrategias de sanación y cuidado para nosotros y los demás. Concentrémonos en construir resiliencia, en vez de fragilidad, y promovamos la habilidad de adaptarnos a experiencias desafiantes donde ni el conflicto, ni el daño, ni el dolor definan nuestras vidas y oportunidades. Reconocernos como imperfectos nos hace entender que el perdón es clave para reclamar nuestra dignidad y reconocer la de los demás. ¡No le entregues el control remoto de tu vida a otros!
Fundadora de la teoría de la justicia reproductiva y experta en feminismo, racismo y derechos humanos, comenzó su carrera en el activismo por los derechos humanos y el cambio social en la década de 1970. Trabajó con el reverendo C.T. Vivian, una de las manos derechas de Martin Luther King, para rehabilitar a antiguos miembros de grupos de odio.
Como directora del D.C Rape Crisis Center, enseñó sobre teoría del feminismo negro y eligió utilizar su propia historia como sobreviviente de violación e incesto para facilitar la conversación con violadores encarcelados.
A lo largo de su corajuda carrera como activista, ha aprendido a mirar con lupa la identidad que las personas proyectan al mundo y a determinar, a través de conversaciones valientes, dónde se encuentra su humanidad y dónde coinciden sus valores. Está convencida de que hay que hacer todo lo necesario para acabar con el odio y la discriminación; apelando a encontrar lo que nos une e invitar a dialogar incluso a quienes creemos que no lo merezcan.
En los últimos años, se ha convertido en una opositora de la cultura de la cancelación (irónicamente, la gente ha intentado cancelarla por ello), proponiendo dos alternativas: la invitación (calling-in) y los pedidos (calling-on). Ross nos explica que una denuncia (call-out) no es una invitación a crecer, sino la expectativa de que ya has crecido. Así, las estrategias de señalamiento y humillación pública invitan más a peleas ineficaces que a conversaciones valientes y transformadoras. A su juicio, el movimiento necesita coaliciones de gran envergadura para alcanzar un cambio social radical y evolucionar. Sin embargo, la cultura de la cancelación nos encierra en la pureza política, en la vigilancia y castigo de potenciales aliados, y estamos perdiendo a personas que muy seguramente querrán las mismas cosas que nosotros.
Para entender a Ross, es importante enfatizar que su propuesta se centra en cómo hacemos activismo, no en el activismo en sí mismo. En su charla de TED del 2021, Loretta cita a su amiga y colega Dázon Dixon Diallo: “la cultura de la invitación (calling-in culture) hará para el movimiento por los derechos humanos de esta era digital del siglo XXI lo mismo que la no-violencia hizo para el movimiento por los derechos civiles del siglo XX”. Es una nueva forma de entender cómo se alcanza la justicia.
La profesora Ross ha coescrito 3 libros sobre justicia reproductiva y próximamente lanzará su más reciente libro Calling In the Calling Out Culture (2022). Ha sido publicada en el New York Times, el Washington Post, Los Angeles Times y la revista TIME, entre otros. Se retiró del activismo en 2012 y ahora enseña como profesora clínica.
"Por eso les invito a que nos unamos alrededor de esta cultura de la invitación, de este mundo de invitaciones que estamos construyendo. Creo que como yo, sentirán disfrute y satisfacción. No arriesgamos nada porque lo único que nos arriesgamos a perder es nuestro dolor. Y entonces verán la lección más importante que he aprendido a lo largo de cinco décadas de activismo por la justicia social: luchar contra el odio debería ser divertido.”