Con base en los datos de la Encuesta de Justicia Ambiental llevada a cabo por Puentes y Sensata en 2022, identificamos tres audiencias: simpatizantes, flexibles y antagonistas hacia la causa de la justicia ambiental*. Descubre a continuación cuáles son las actitudes y creencias que caracterizan a cada una de ellas.
Simpatizantes de la Justicia Ambiental
Son un grupo activamente comprometido con la protección y la defensa del medio ambiente. Poseen una alta disposición a participar en marchas para defender el medio ambiente y están convencidos de la suspensión inmediata de la extracción de petróleo. Demuestran una fuerte convicción en la soberanía de la voluntad de las comunidades, y en la necesidad de consultarlas previo a la implementación de proyectos de desarrollo.
Perciben a las empresas y al gobierno como los principales responsables del daño al medio ambiente. Sin embargo, no perciben que las comunidades indígenas, comunidades afro y los campesinos cuidan mucho el medio ambiente.
Son quienes más consideran que defender el medio ambiente es peligroso, la mayoría de ellos apoya que el gobierno invierta más dinero para proporcionar seguridad a líderes ambientales.
Flexibles hacia la Justicia Ambiental
Se caracterizan por una actitud moderada y descomprometida hacia las cuestiones ambientales: uno de cada cuatro cree que los campesinos que viven en reservas deben proteger la tierra por encima de cultivarla, menos de la mitad considera que las comunidades siempre deben ser consultadas para la implementación de proyectos de desarrollo. Desconocen que el territorio tiene un significado especial para las comunidades étnicas, y solo un pequeño porcentaje ve el activismo ambiental como una actividad peligrosa.
En cuanto a responsabilidades y daños al medio ambiente, reparten más la culpabilidad entre los ciudadanos y las empresas , mientras que solo uno de cada diez seleccionó al gobierno. También son el grupo que más reportó desconocer cuál es el rol de los líderes ambientales.
Antagonistas de la Justicia Ambiental
Aunque un poco más de la mitad apoya la suspensión de la extracción de petróleo, solo uno de cada cuatro reconoce la existencia de muchos conflictos en torno al uso de la tierra en su país, y un pequeño porcentaje cree que las comunidades siempre deberían ser consultadas previo a la implementación de proyectos de desarrollo.
Además, este grupo presenta una perspectiva que no considera el activismo ambiental como inherentemente peligroso (sólo 6%) y desconoce la relación particular de las comunidades étnicas con el territorio. Frente al daño ambiental, los "antagonistas" coinciden con la audiencia flexible en desconocer el rol del gobierno en el daño ambiental. Por el contrario reparten la culpa por igual entre las empresas y cada ciudadano. Finalmente, este grupo reportó menos favorabilidad frente a activistas ambientales como Greenpeace y Greta Thunberg.
Un hallazgo fascinante de este estudio reveló una inesperada desconexión entre los simpatizantes de la justicia ambiental y la justicia de género. Curiosamente, casi un tercio de quienes apoyan la justicia de género se oponen a las causas de justicia ambiental, mientras que la mitad de quienes rechazan la justicia de género son, paradójicamente, activistas de la justicia ambiental.
Resulta especialmente llamativo que la mayoría de los opositores a la justicia ambiental pertenecen al grupo denominado "audiencia flexible" hacia la justicia de género. Este resultado evidencia la complejidad de las actitudes sociales y la necesidad de tender puentes entre diferentes movimientos sociales. Al encontrar puntos en común entre causas, se fortalece la lucha por la justicia social desde múltiples perspectivas, creando un movimiento más efectivo.