Este artículo fue publicado originalmente en Non-Profit Quarterly el 6 de Febrero de 2024 y pueden encontrarlo en https://nonprofitquarterly.org/how-to-fund-narrative-ecosystems. Contamos con su autorización para republicarlo en español.
¿Cómo puede la filantropía apoyar eficazmente las narrativas de liberación? Como personas que navegan la interconección entre la narrativa y la filantropía, esta pregunta ha estado en el centro de nuestro trabajo durante décadas, y hemos visto tantos errores como prácticas prometedoras a lo largo del camino. Hace poco, ambas asistimos a un encuentro internacional que pretendía buscar respuestas.
Durante cuatro días del pasado mes de octubre, el International Resource for Impact and Storytelling (IRIS), Puentes y la Colmena Narrativa Global organizaron un encuentro que reunió a más de 120 personas en Bogotá (Colombia) para compartir observaciones y experiencias sobre el trabajo narrativo que potencia el poder de los movimientos globales por la justicia. El encuentro, denominado Confluencia: construyendo el poder narrativo, reunió a expertos en trabajo narrativo, entre los que se encontraban activistas, periodistas, gente de la academia, contadores de historias, activistas y financiadores. La asamblea fue un reflejo de la sofisticación del campo y del impacto continuado que tiene (a menudo de forma intencionadamente imperceptible), así como una prueba de su potencial para florecer cuando cultivamos las condiciones adecuadas.
Desde nuestra posición privilegiada en la intersección de la filantropía y la práctica narrativa, ofrecemos un extracto de los conocimientos que los participantes ofrecieron generosamente y que rara vez se escuchan en el ámbito de la filantropía. A continuación, compartimos algunas de las implicaciones que estos conocimientos tienen para la práctica de la concesión de subvenciones y el fortalecimiento de capacidades.
Cambiar las creencias y los comportamientos a gran escala no puede lograrlo un único movimiento, organización o campaña. El cambio narrativo es un esfuerzo fundamentalmente colectivo, y la transformación que pretendemos lograr requiere que un amplio conjunto de actores trabajen juntos a lo largo del tiempo para promover una visión compartida.
El ecosistema de quienes hacen trabajo narrativo dentro y junto a los movimientos por la justicia global es difuso en cuanto a sectores, temas y ubicaciones. Los miembros de esta comunidad trabajan a partir de muchas teorías de cambio diferentes, emplean estrategias distintas pero complementarias y, a menudo, consideran su heterogeneidad como una fuente de fortaleza. Sin embargo, estos rasgos definitorios pueden hacer que el ecosistema narrativo resulte ilegible para los no iniciados.
Para muchos, Confluencia supuso una forma de ver aspectos del ecosistema -y de la infraestructura narrativa que contiene- que antes habían pasado desapercibidos. La infraestructura narrativa a menudo se da por sentada porque, como ocurre con una constelación en el cielo lleno de estrellas, se necesita la guía astronómica de un ojo entrenado para que aparezca la imagen. Confluencia refutó la afirmación, a menudo contraproducente, de que el ecosistema tiene poca o ninguna infraestructura narrativa que valga. Es más, aprovechó esas bases para proporcionar un contenedor en el que convergieran una miríada de actores, contrarrestaran el aislamiento, aumentaran la confianza y ampliaran su sabiduría colectiva.
La filantropía desempeña un papel fundamental en el ecosistema narrativo. Los financiadores deben contribuir de forma sostenida a la construcción del poder narrativo a través de generaciones, porque ése es el horizonte temporal en el que se produce el cambio narrativo. Además de conceder subvenciones a largo plazo y sin restricciones -una práctica que los donantes pueden adoptar inmediatamente-, los financiadores deben proporcionar recursos de forma que se centre en el ecosistema y no en organizaciones individuales.
"Muchos filántropos abordan la narrativa como un campo técnico, en lugar de verla como una estrategia que da mejores resultados cuando se basa en una movilización basada en las relaciones", afirma James Savage, director de programas del Fund for Global Human Rights. "Los espacios de encuentro como Confluencia reconocen y valoran nuestras relaciones como condición habilitadora de la infraestructura narrativa que es esencial para la construcción de poder".
Al financiar a grupos que dan prioridad al trabajo a través de alianzas, redes y colaboraciones duraderas -en lugar de centrarse principalmente en apoyar a un grupo para que amplíe su propio programa-, la filantropía puede contrarrestar las prácticas que refuerzan una cultura de escasez e individualismo; entre ellas: concentrar el poder entre los "favoritos de los donantes", fomentar la competencia dentro del campo y dividir a grupos que deberían trabajar de forma solidaria.
La financiación orientada al ecosistema permite comprender mejor el funcionamiento del campo de la narrativa y aumenta la credibilidad del financiador entre los activistas. Esta forma de financiar también refuerza la infraestructura narrativa al garantizar que los conocimientos, las competencias y la experiencia se compartan de forma difusa y que el trabajo se distribuya de forma más equitativa.
Los coanfitriones de Confluencia fomentaron deliberadamente la diversidad en la composición de la reunión seleccionando a un grupo de actores del mundo del trabajo narrativo que abarcaran distintos temas y disciplinas. En parte debido a las prioridades geográficas de sus financiadores, Confluencia contó predominantemente con participantes de y que trabajan en América Latina, y con contingentes más pequeños de otras regiones. Incluso representando una mera fracción del ecosistema narrativo más amplio, el encuentro ofreció una profunda ilustración del poder que tiene reunir a expertos en un espacio en el que se centra la narrativa.
Para muchos, Confluencia constituyó una oportunidad excepcional para que los expertos de la mayoría mundial dialogaran directamente entre sí, en lugar de que sus interacciones estuvieran mediadas por un financiador o un colega de Europa o Estados Unidos. Un participante lo resumió así: "Soy keniano y es la primera vez que hablo directamente con alguien de América Latina".
Como el cambio narrativo en esta década se ha convertido en la conversación de moda, los expertos y financiadores estadounidenses y europeos han asumido el papel de intermediarios e intérpretes del ecosistema global. Al hacerlo, han reproducido sin darse cuenta herencias coloniales y han contribuido a las asimetrías del ecosistema al popularizar sus propias perspectivas y prácticas como la norma a la que aspiran, reivindicando una influencia indebida como guardianes y portadores de conocimientos en el proceso. (Somos conscientes de que el hecho de escribir este relato se presta a esta tendencia).
En Confluencia vimos y oímos por qué es importante prevenir con prontitud la conocida pero perniciosa tendencia a adoptar un marco tecnocrático único y aplicarlo en todo el ámbito. Este marco exige una intervención cuando otorga a quienes tienen el poder sistémico y la mayor visibilidad una autoridad indebida en materia de definiciones y no tiene en cuenta las complejidades inherentes al cambio de narrativas a escala transnacional. La historia nos ha enseñado de sobra lo que no debemos hacer, y nos vendría bien intentar evitar los errores del pasado. Las fundaciones deben aplicar una lógica decolonial a las estrategias de financiación que ayuden al campo a emerger de forma más justa, honesta y autodirigida.
La aplicación de una metodología de financiación que tenga en cuenta rigurosamente las perspectivas y prácticas de la mayoría mundial no sólo valora la amplitud de conocimientos especializados que existen en el ecosistema narrativo, sino que también mejora su capacidad para aumentar el potencial de impacto. Cuando los financiadores son conscientes de su papel como administradores de los recursos y no como responsables de establecer los programas, establecen la relación apropiada -es decir, con atención y capacidad de respuesta a las necesidades de los demás- con lo quienes hacen trabajo narrativo.
Lo ideal es que las instituciones filantrópicas que buscan recursos para este sector contraten a expertos en trabajo narrativo para que diseñen y dirijan las subvenciones, porque ya tienen la experiencia y las relaciones de confianza dentro del ecosistema que hacen posible su éxito. Las fundaciones que carecen de experiencia interna pueden cultivar proactivamente relaciones con expertos en trabajo narrativo o mover recursos a través de fondos colaborativos con esas conexiones y capacidades. (Animamos a los financiadores a ponerse en contacto con nosotras o con los coanfitriones de Confluencia si necesitan recomendaciones sobre por dónde empezar).
"Los financiadores que llegan al campo del poder narrativo deben dedicar tiempo a comprender el ecosistema", afirma Juliana Vélez, responsable de programas globales de Foundation for a Just Society (donde Van Deven diseñó la estrategia y dirigió anteriormente la concesión de subvenciones para crear infraestructuras narrativas). "En lugar de replicar errores o reinventar la rueda, los que somos novatos podemos aprender destinando recursos a iniciativas conjuntas dirigidas por expertos. Hacerlo nos permite profundizar en nuestros conocimientos y entablar relaciones, mientras contribuimos a la expansión cohesiva y estratégica de la financiación de forma que realmente centre a movimientos y activistas", afirmó Vélez.
Las narrativas son intrínsecamente inestables porque siempre están en disputa. Aunque a menudo se presentan como binarias -individualismo frente a bien colectivo, escasez frente a abundancia, competencia frente a colaboración-, las narrativas operan en un espectro y en relación dinámica entre sí. El objetivo no es sustituir una narrativa por otra, sino lograr una distribución más equilibrada. Por ejemplo, pocos quieren abandonar por completo el individualismo porque eso podría comprometer la autonomía y la agencia, pero hay que reducir el peso de su posición actual en nuestro imaginario social para poner más énfasis en la interconectividad y el cuidado colectivo.
Como nunca ha existido un mundo en el que todos prosperen, la capacidad de experimentar es una condición imprescindible para la mayoría de las intervenciones narrativas transformadoras. En lugar de proyectar resultados discretos que asuman que la respuesta se conoce desde el principio, el papel de quienes hacen trabajo narrativo es crear las condiciones para que el cambio radical surja de forma orgánica. Para que esto suceda a gran escala, un conjunto descentralizado y coordinado de agentes debe tener licencia para participar en múltiples experimentos que pongan a prueba las hipótesis a lo largo de un horizonte temporal prolongado. En la actualidad, las normas de la filantropía contrastan radicalmente con este grado de ambigüedad operativa.
“Ponemos demasiado énfasis en el conocimiento -definiciones precisas, ejercicios de análisis del entorno y revisiones bibliográficas-, pero me gustaría ver qué aspecto tiene y qué sensación produce en los financiadores estar en el lugar de la acción", afirmó Rob Avruch, director de la Chan Zuckerberg Initiative. "Tenemos que estar abiertos a enfoques más experimentales para la concesión de subvenciones y el desarrollo de capacidades que se basen en las necesidades de quienes hacen el trabajo".
Ahora mismo, la financiación de la narrativa se limita en gran medida a la producción y distribución de contenidos, pero lo que más necesitan los expertos en trabajo narrativo son recursos flexibles para el proceso y la metodología. Para los financiadores, esto significa conceder subvenciones para reuniones dedicadas a la narrativa, como Confluencia y le Narrative Power Summit, así como espacios más íntimos en los que los expertos en trabajo narrativo puedan fomentar la solidaridad y la coordinación mediante el intercambio de conocimientos, la sensibilización colectiva, la alineación estratégica y la sanación.
"Necesitamos fondos para actuar y emprender iniciativas, pero también para los silencios y las pausas", afirmó Nishant Shah, experto en tecnología feminista y activista. En una sesión autoorganizada sobre las conexiones entre la narrativa y el cuidado colectivo, Shah explicó: "El trabajo narrativo cuestiona las prácticas de poder dominantes. El cuidado hace posible el cambio narrativo al permitir que los agentes de cambio se posicionen no sólo como testigos de la ruptura del mundo, sino como personas que pueden reparar esa ruptura. Necesitamos que el cuidado sea un componente necesario de la práctica narrativa, no un aspecto secundario".
A través de su trabajo, los expertos en trabajo narrativo exponen el dolor, pero también sirven de medio para la sanación. Nos piden que reflexionemos sobre cómo somos y cómo deberíamos ser. Aunque a menudo se entiende que el trabajo narrativo consiste en amplificar voces e historias, los expertos en Confluencia hicieron hincapié en escuchar activamente para comprender los deseos, las necesidades y los sueños más ambiciosos de las personas, y en mostrar comportamientos que cuentan haciendo, porque, como dice el adagio, nuestras acciones hablan más que nuestras palabras.
"Si queremos ser eficaces, el trabajo tiene que ser sostenible", afirma Mirte Postema, responsable de programas de la Fundación Internacional de Seattle. "Me alegro de que cada vez se preste más atención al bienestar del activismo, porque es importante hacer lo posible por eliminar los factores de estrés, como la ansiedad por la escasez de financiación".
Cambiar la ecuación narrativa exige una infraestructura sofisticada, ágil e inherentemente multigeneracional. Al crear un espacio para el intercambio de conocimientos y el cultivo de la comunidad entre generaciones, las personas más veteranas del movimiento transmiten sus habilidades y conocimientos para que las generaciones más jóvenes puedan basarse en lo que se ha hecho antes y transmitir esa sabiduría. A la inversa, la juventud aporta análisis únicos, habilidades contemporáneas y estrategias novedosas. Cultivar la solidaridad intergeneracional es necesario para lograr un cambio narrativo y mantenerlo firme.
Tenemos el imperativo de rediseñar las prácticas actuales de la filantropía, que son demasiado rígidas y cortas de miras para lo que necesitan nuestros movimientos, y de garantizar que la calidad adecuada de los recursos fluya sin interrupción durante décadas. El conjunto de desafíos transversales a los que nos enfrentamos en la actualidad ha sido alimentado por un entorno narrativo que aviva la competencia a través del miedo a la diferencia y la escasez, hace hincapié en las respuestas individualistas como antídoto a los enredos sistémicos y sitúa la nostalgia como fuente de nuestras soluciones. Cuando comprendemos las profundidades de las aguas narrativas en las que todos nadamos, podemos ver lo poco razonable que es esperar que nuestro progreso perdure sin cambiar las condiciones en las que se produce.
Quienes participaron en Confluencia hicieron un llamamiento colectivo en favor de un enfoque más matizado del momento presente, que equilibre la urgencia con la paciencia necesaria para un cambio duradero. A menudo hemos oído que los líderes de primera línea están atrapados en un patrón reactivo de respuesta a una crisis tras otra, en lugar de anclar estrategias proactivas que construyan hacia un futuro radicalmente diferente. Cuando se toman decisiones de financiación con plazos poco realistas y una asignación de recursos inadecuada, se cierra la posibilidad de una estrategia a largo plazo y se mantiene el statu quo.
Las condiciones que pretendemos transformar tienen una historia que perdura. Aunque es urgente labrar la tierra reseca y cultivar un mundo de amor y liberación, debemos hacerlo sabiendo que actuar de forma impulsiva y con prisas constantes mantiene las condiciones tóxicas en su lugar.
Kwem Kimtai, Community Manager de la Colmena Narrativa Global, apeló a la sabiduría de Báyò Akómaláfé y Marta Benavides durante la clausura de Confluencia: "Las personas adoptan muy a menudo la forma de aquello a lo que se resisten con vehemencia....Si vencemos al sistema en su propio juego, habremos perdido… El momento es muy urgente: debemos ir más despacio".
Imaginemos que los financiadores apostaran con audacia por dotar de recursos a quienes trabajan para desmantelar las narrativas que mantienen los sistemas perjudiciales. Cuando los administradores de recursos destinan el dinero a medidas proactivas, el activismo y las organizaciones tienen la oportunidad de ir más despacio, tomar decisiones más deliberadas y evitar que se produzcan daños. Al hacerlo, también se prepara el terreno para que los expertos en trabajo narrativo y los movimientos impulsen narrativas liberadoras.
Narrativas: creencias profundamente arraigadas que conforman la forma en que las personas interpretan y construyen el mundo. Son sistemas de conocimiento, emociones, observaciones y experiencias que legitiman lo que la gente cree que es cierto (en el pasado y en el presente) y posible (en el futuro).
Poder narrativo: es la capacidad de determinar qué sistemas de creación de significados utiliza la gente para interpretar y construir el mundo.
Infraestructura narrativa: es un conjunto descentralizado de relaciones dinámicas que trabajan juntas para crear las condiciones necesarias para construir el poder narrativo. Se trata de las personas, los conocimientos, las habilidades, las herramientas, los sistemas y las prácticas que permiten a los individuos, las organizaciones y las redes elaborar estrategias, coordinarse y actuar de forma coherente a través de temas, identidades, sectores y fronteras.