Investigación de audiencias para activistas

El pesimismo ambientalista y la llave de la esperanza

Escrito por:
Ana María Araos (Directora de Sensata)
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October 30, 2024
/
5 a 6 minutos
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En el marco de la encuesta prospectiva de narrativas de futuro en América Latina indagamos si El mundo en el año 2050 será positivo, negativo o neutral. En esta simple variable encontramos uno de los principales contrastes entre las diferentes narrativas de futuro. Mientras que la narrativa de “Reimaginación Radical”, en el polo más optimista, cree firmemente en la posibilidad de un mañana positivo 😃, con solo un 14% de sus encuestados viendo el futuro como negativo, en el otro extremo, la narrativa del “Ambientalismo Pesimista” arroja las cifras más altas de desesperanza: más de la mitad (casi el 56%) considera que las cosas en el 2050 serán 😢.

¿A qué se deben estas diferencias tan profundas? Los datos de la encuesta evidenciaron que la visión negativa del futuro se relaciona íntimamente con la idea que tenemos sobre la disposición de las demás personas a cooperar.

La “Reimaginación Radical” destaca por una confianza mayoritaria en la cooperación ciudadana (73%), mientras que el “Ambientalismo Pesimista” apenas roza el 22%. Esto nos da una pista sobre la llave de la (des)esperanza: no se trata solo del clima, la economía o la política; se trata de una creencia fundamental acerca de la esencia humana. Entre menos creamos en la disposición y la capacidad de los demás a trabajar juntos y colaborar para el bien común, más oscuro se nos hará el futuro.

La escucha realizada por Las Lupas en el marco del estudio también arrojó evidencia sobre la relación entre esta narrativa ambientalista pesimista y una visión negativa de los seres humanos. En comentarios de redes sociales se encuentran expresiones como: “Em 2050 não existirá mundo! O homem terá transformado o planeta em um ambiente inóspito e inabitável!”. Un grito desesperado que no sólo vaticina la devastación ecológica, sino que además sentencia a la humanidad a la impotencia, como si no hubiera margen para el cambio ni la enmienda.

Al parecer, gran parte del activismo ambiental, en su intento por evidenciar la gravedad de la crisis climática, ha generado alarmas que han sido a veces interpretadas de forma extrema por la ciudadanía no científica, llevando a ciertos sectores a creer que el mundo en efecto no llegará a 2050. Lo cierto es que ni los ambientalistas más radicales han expresado estas posturas, pero la desinformación y el pesimismo han disparado interpretaciones fatalistas. La escucha de conversaciones digitales también evidenció que la desesperanza ambiental se ha fusionado en América Latina con un fatalismo de corte religioso que ve en la crisis ambiental la confirmación de antiguas profecías apocalípticas, reforzando la idea de que no existe posibilidad de cambio ni mejora.

“El planeta Tierra no llegará al 2030 según las profecías bíblicas que se están cumpliendo con señales en el cielo y lo que está pasando con Israel y terremotos y enfermedades y hambruna en el mundo y dice la biblia se levantará nación contra nación y lo estamos viendo”
"O mundo não vai chegar nem em 2030 o fim chegou Jesus está voltando. Leiam o. Livro o Grande Conflito e vocês vão entender o que estou falando."
“No llegamos a esa fecha el día grande llegara antes”
“Tendría 64 pero no creo que llegue (el 2025), estamos en los últimos días hay q buscar de Dios hacer las buenas acciones”

Quizás la pregunta fundamental trasciende los datos de la encuesta, y nos sumerge en el terreno de la reflexión  filosófica, moral y social. ¿Los seres humanos en realidad podemos cambiar y ser mejores? La respuesta no es obvia, ni simple, pero abre o cierra la llave de la esperanza.

Si la llave de la esperanza está en cómo vemos al otro, o a los humanos en general, entonces la verdadera transformación quizá está en desafiar nuestras propias percepciones reformulando esta misma pregunta cuantas veces sea necesario. En lugar de ver a la humanidad, a las personas, como inevitablemente destructivas, ¿podemos concebirlas como agentes adaptables y creativos, capaces de aprender y rectificar el rumbo? ¿Podemos fortalecer los lazos de confianza, empatía y solidaridad para que, llegada la mitad del siglo, las cifras de desesperanza no se cumplan?

No sabemos qué sucederá en 2050, pero sí sabemos que la forma en que nos miramos influirá en el mañana que seremos capaces de construir.

La esperanza, al fin y al cabo, podría ser una puerta que se abra, siempre que estemos dispuestos a creer en la capacidad transformadora de las personas que lo habitarán.

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