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Narrativas de futuro en América Latina: cinco miradas prospectivas

Escrito por:
Ana María Araos (Directora de Sensata)
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October 30, 2024
/
5 minutos
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En un contexto global cada vez más incierto, la pregunta sobre cómo nos imaginamos el futuro adquiere especial relevancia. El Estudio de Narrativas de Futuro en América Latina realizado por Sensata, Puentes, Iris y Toriba identificó cinco grandes narrativas o arquetipos de futuro, ofreciendo una ventana a las esperanzas, temores, prioridades y contradicciones que habitan en la región.

Estas narrativas —construidas a partir de un análisis de clusters jerárquicos sobre los datos de una encuesta virtual en la que participaron 11.344 personas en la región— representan las diversas maneras de concebir el mañana. Comprenderlas puede ser clave para anticipar desafíos, formular políticas más empáticas y comunicar de manera más efectiva las alternativas de cambio.

1. Reimaginación Radical de la Sociedad (27.6%)


Esta narrativa refleja un optimismo progresista: cree que la tecnología y los movimientos sociales conducirán hacia mayor igualdad y calidad de vida. La apuesta es por la transformación profunda, priorizando los derechos humanos al frente, y a la vez buscando un futuro de prosperidad económica, en el cual la riqueza se redistribuye y las fronteras se abren para facilitar la movilidad humana. A pesar de algunas reservas en temas de diversidad sexual, su visión es de una sociedad más diversa, equitativa y justa, acompañada de una particular apertura a los temas tecnológicos, reflejada en reportar menos miedo a innovaciones como las abejas robóticas polinizadoras, o experiencias individualizadas de realidad virtual. En esta narrativa la confianza en la ciencia y la academia, así como en el poder de las organizaciones sociales, marca un camino donde la innovación y la justicia van de la mano.

2. Cautela Desinformada (13.9%)


Con un énfasis más fuerte en sensaciones de miedo e inseguridad, este grupo (compuesto por mujeres en un 63%) se muestra preocupado por la democracia, la salud, el empleo y la sostenibilidad ambiental, pero carece de información sólida sobre algunos temas clave.
Sus miedos se reflejan en una preferencia por fronteras más cerradas a la migración, con más preocupación por los migrantes que llegan que por la fuga de talentos en su país, poca apertura a la diversidad y cautela hacia las innovaciones tecnológicas. Sus valores son tradicionales: pertenecer a comunidades religiosas, defender roles de género más marcados, informarse a través de medios de comunicación reconocidos. No son enemigas del cambio, pero avanzan con pasos vacilantes y poco informados.

3. Pragmatismo Esperanzado (21%)


Este grupo combina un optimismo moderado con un filtro pragmático. No esperan mejoras dramáticas en seguridad ciudadana, ni abrazan la sustitución tecnológica de lo humano o natural. Sin embargo, valoran la diversidad política y social, siendo más abiertos a la inclusión.
Su preocupación ambiental es más bien antropocéntrica, siendo el grupo al que más le preocupa la subsistencia de la humanidad principalmente. A nivel económico, desconfían de medidas como la renta básica universal o la redistribución de la riqueza de los billonarios. No rechazan el cambio, pero lo prefieren gradual y realista, orientado a la educación, la sostenibilidad y soluciones comunitarias como las huertas compartidas. Se informan a través de múltiples medios y abrazan las redes sociales con cierto criterio.

4. Ambientalismo Pesimista (27.5%)


En esta narrativa reina la desconfianza en el futuro, la incertidumbre frente a la democracia y la capacidad humana de cooperación, con un fuerte énfasis en la crisis ambiental. En esta visión la prioridad absoluta es la sostenibilidad ecológica, conjugada con profundo escepticismo hacia las innovaciones tecnológicas. Es el grupo que más valora el respeto al estado de derecho, y manifiesta cierta apertura a la diversidad, aunque no abrazan plenamente las transformaciones de género y familia. Su ideal es un Estado grande que ofrezca servicios, pero sin arriesgarse a propuestas radicales como la renta básica universal. El grupo más preocupado por la sobrepoblación y unánimemente convencidos de que lo mejor para el futuro es tener menos hijos. 

5. Realismo Conservador (10%)


Esta narrativa se reconoce por su escepticismo hacia casi todo cambio.
Rechazan la diversidad en la política, como presidentas afro o igualdad de representación en las cortes, rechazan la redistribución económica y la reconfiguración de roles de género en la sociedad. Defienden la familia tradicional rechazando las familias multiespecie o las comunidades multigeneracionales. Su pragmatismo les lleva a considerar la corrupción como algo inevitable, siendo el grupo que más justifica un presidente que tenga muchos logros a costa de saltar leyes. También son quienes más creen que para enfrentar el futuro es mejor tener más hijos, apostando a mantener el modelo de crecimiento que fundamenta el sistema capitalista. Este grupo, minoritario en nuestra muestra, se refugia en medios de comunicación alternativos, como influenciadores independientes, elige la religión y el deporte como espacios preferidos de pertenencia comunitaria y deposita su esperanza de un futuro mejor en las empresas, más que en la academia o las organizaciones sociales.

¿Para qué sirven estos arquetipos narrativos?


Identificar estas cinco narrativas nos ayuda a comprender que el debate sobre el futuro no es unidimensional. Los arquetipos revelan las brechas de información, los valores en tensión, las resistencias y las aspiraciones que atraviesan las sociedades latinoamericanas. Conocerlos nos permite anticipar qué argumentos podrían tener mayor resonancia en determinados grupos de la opinión pública y dónde pueden anidar las semillas del cambio. En síntesis, estas visiones del futuro nos ofrecen puntos de partida más sólidos para la acción, la participación y la construcción del futuro en la región. 

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